Deseo…excitacion…orgasmo… Tres palabras que envuelven lo que todos quisieramos encontrar en el encuentro intimo con el otro.

Ansiar, desear, degustar en la fantasia las futuras sensaciones que mi ser disfrutara con mi amante.

El encendido artisticamente provocado por las caricias, besos, miradas, sugestiones, palabras…hasta reventar de placer en un fantastico orgasmo…y luego: nirvana, o al menos, un suenito agradable como el que teniamos despues de tomar la teta de mama.

Sexo supone placer, sexo supone conexión. Pero para algunos, sexo es esclavitud. Esclavitud porque esta forma tan particular de nuestra especie de vincularnos con el otro, de reconocernos en el encuentro autoerotico, mas que un disfrute, se transformo es una forma de escape desenfrenado de dolor psicológico. Y como la heroína, el alcohol, la comida, la actividad sexual mas que un espacio de goce, de bienestar es una actividad llevada a cabo en forma compulsiva, de manera mecánica, sin sentido mas que el de calmar un torbellino de estados emocionales. El otro no existe, solo Es en cuanto llena temporalmente esa necesidad de calmar el desasosiego, de enmendar la identidad partida, de tapar por un rato al menos, el agujero interno. Y el resultado final: vacio, soledad, desesperanza…

La adiccion al sexo es real, es dolorosa, es un laberinto…pero tiene salida…